Querida extraña:
Te preguntarás que me motiva a escribirte, cual es mi intención con este escrito. Pues te diré que mi motivo no es otro que expresar lo que siento por ti, y que necesito exteriorizar de alguna forma y no he encontrado ninguna mejor que esta. Aunque sé, que nunca me atreveré a entregártela, ya que en el partido que es el amor, yo siempre me he considerado un gran perdedor y no me veo con ganas de recibir otro gol en contra.
Ahora te preguntarás quien soy yo, si me conoces o si has oído alguna vez mi nombre; y ha esto, muy a mi pesar, te respondo que no. Para ti, yo seré un desconocido, un habitante más de este mundo sin sentido, que pasa por tu vida sin pena ni gloria, dejando a su paso, lo que para mi es lo peor, vacío, ninguna palabra que recordar, ningún gesto que te haga reír, ni ninguna cara para rememorar. Y después de esto, pensarás, porque te escribo.
Te escribo porque nunca he llegado a sentir una ínfima parte de lo que ahora siento por ti, porque cada día que te observo sin que tu lo sepas, cada instante que te veo pasar a mi lado sin que tu repares en mi existencia, cada momento que puedo verte esbozar una sonrisa, siento que mi mundo tiene sentido, que el destino me ha deparado una nueva alegría, pero al darme cuenta de que tu no sabes quien soy y que yo no se tu nombre, pienso, con resignación, que el mundo se está riendo de mi, que soy un juguete en sus manos y que nunca saboreare lo que es quererte de verdad. Porque si solo observándote me he llegado a enamorar tanto de ti, que llegaría a sentir si pudiera conocerte, si pudiera hablar contigo, si fuera capaz únicamente de dirigirme a ti, de decirte un simple te quiero o de explicarte que me encantaría vivir en una anarquía, cuya única ley fuera tu palabra y mi único deseo fuera hacerte feliz.
Pero ni siquiera te pido tanto, me llegaría con que supieras que existo, que en esta mar de personas que transitan delante de ti, hay alguien que desea conocerte, que se duerme pensando en ti y que se despierta con la ilusión de poder verte de nuevo, aunque solo sea desde la lejanía, que hay una persona que sería capaz de cualquier cosa por alegrarte un poco tu existencia, en definitiva, solo te ruego un instante, un momento para que me conozcas, porque si después de cinco minutos no deseas conocerme mejor, me iré, me despediré de ti deseándote lo mejor y me alejaré sin darme la vuelta, porque si me la doy, sé que no seré capaz de seguir adelante, que me derrumbare y que no volveré a amar de nuevo, y eso a mi parecer, es lo peor, porque si no hay amor, que puede hacerte seguir viviendo, que puede ayudarte en los momentos en que la vida te da la espalda, que te hará no rendirte y levantarte de nuevo después de uno y mil reveses.
Ahora me despido, sabiendo que nunca seré capaz de darte esta carta, de decirte lo que siento, temeroso de que me rechaces y de no saber como reaccionar. Y diciéndote por última vez que te quiero y que seguiré durmiéndome cada día pensando en ti, y me despertaré al día siguiente deseando poder verte, aun sabiendo que tú no sabes quien soy, que no me conoces y que no puedes saber si te estas perdiendo, conocer a alguien digno de recordar, capaz de hacerte reír y con el cual no te importe perder el tiempo, porque cada segundo a su lado, es un instante inolvidable. Y esperando, y deseando que tú seas capaz de darte cuenta de mi existencia, y que veas en mí a alguien interesante para conocer, y que seas capaz de hacer, lo que yo no he sido capaz de hacer, acercarte a mí y presentarte, para que así pueda saber, por lo menos, tu nombre querida extraña.
Se despide de ti un alma cobarde y enamorada.
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