domingo, 27 de enero de 2013

El abismo de la vida


    Me angustia el momento en que la vida te dirige, ese instante en que sin saberlo tus pasos se ven encaminados al abismo, a ese en el que, lo único que puedes hacer es tirarte, sin saber si al fondo habrá vida o muerte, o mucho más importante habrá luz u oscuridad, porque si te digo la verdad, preferiría morir que transitar por un abismo sin luz, en el que tanto da si tienes los ojos cerrados o abiertos, donde ya no eres dueño ni de tu propio cuerpo, en definitiva donde eres un muerto en vida.
     Pero la vida, a veces, te lleva por esos roteros, te encamina en esa dirección, y tú, crédulo como el que más, te dejas llevar, y hasta te dices a ti mismo, en un tono entre decidido y temeroso, que estás siguiendo tu destino. Qué bonita y recurrente palabra esta, destino, que muchas veces, como se dice vulgarmente, vale para un roto y un descosido, porque los hombres somos así, vivimos para elegir, pero cuando parece que no tenemos elección, que es la vida la que nos dirige, nosotros pensamos, o queremos hacerlo, que nosotros lo hemos decidido, que nosotros hemos escogido seguir nuestro “destino”. Pero en algún momento, nos daremos cuenta aterrados, de que nuestra vida no es nuestra, que todo lo que hemos “escogido” nos ha llevado sin saberlo hasta ese abismo del que no hay retorno y cuya única salida es la caída, pero es así como los humanos vivimos, y hasta ese momento en el que no hay vuelta atrás, nuestra vida será un sinsentido, solo, a partir de ese momento sabremos con certeza para que deambulamos por este camino llamado vida.
    ¿Cuando llega ese momento? Esta pregunta tienen miles de respuestas posibles, una por cada uno de nosotros, y algunas incluso negativas, y estas son las peores, porque estos individuos nunca sabrán cual es el motivo, el porqué de su existencia, y pasaran por esta vida buscando una respuesta a una pregunta que no se atreven a pronunciar, porque su interior ya ha comprendido que no tiene respuesta y que si la tiene no será de su agrado. Pero bueno, en el caso de que tú seas uno de los afortunados prisioneros de la vida, no sabrás, hasta el mismo instante antes de que ocurra, que la vida ya tiene una meta para ti.                                                        
    ¿Y cuando puede ocurrir esto? Pues no se sabe, puede ser mientras vas a la compra, mientras lees el periódico o en sueños, pero cuando llegue lo sabrás, no tengas ninguna duda. Y en caso de que tú seas uno de esos desafortunados, a los que nunca les llega ese momento, te compadezco.

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