Me angustia el
momento en que la vida te dirige, ese instante en que sin saberlo tus pasos se
ven encaminados al abismo, a ese en el que, lo único que puedes hacer es
tirarte, sin saber si al fondo habrá vida o muerte, o mucho más importante
habrá luz u oscuridad, porque si te digo la verdad, preferiría morir que
transitar por un abismo sin luz, en el que tanto da si tienes los ojos cerrados
o abiertos, donde ya no eres dueño ni de tu propio cuerpo, en definitiva donde eres
un muerto en vida.
Pero la vida, a
veces, te lleva por esos roteros, te encamina en esa dirección, y tú, crédulo
como el que más, te dejas llevar, y hasta te dices a ti mismo, en un tono entre
decidido y temeroso, que estás siguiendo tu destino. Qué bonita y recurrente
palabra esta, destino, que muchas veces, como se dice vulgarmente, vale para un
roto y un descosido, porque los hombres somos así, vivimos para elegir, pero
cuando parece que no tenemos elección, que es la vida la que nos dirige,
nosotros pensamos, o queremos hacerlo, que nosotros lo hemos decidido, que
nosotros hemos escogido seguir nuestro “destino”. Pero en algún momento, nos
daremos cuenta aterrados, de que nuestra vida no es nuestra, que todo lo que
hemos “escogido” nos ha llevado sin saberlo hasta ese abismo del que no hay
retorno y cuya única salida es la caída, pero es así como los humanos vivimos,
y hasta ese momento en el que no hay vuelta atrás, nuestra vida será un
sinsentido, solo, a partir de ese momento sabremos con certeza para que
deambulamos por este camino llamado vida.
¿Cuando llega ese momento?
Esta pregunta tienen miles de respuestas posibles, una por cada uno de
nosotros, y algunas incluso negativas, y estas son las peores, porque estos
individuos nunca sabrán cual es el motivo, el porqué de su existencia, y
pasaran por esta vida buscando una respuesta a una pregunta que no se atreven a
pronunciar, porque su interior ya ha comprendido que no tiene respuesta y que
si la tiene no será de su agrado. Pero bueno, en el caso de que tú seas uno de
los afortunados prisioneros de la vida, no sabrás, hasta el mismo instante
antes de que ocurra, que la vida ya tiene una meta para ti.
¿Y cuando puede ocurrir esto? Pues no se
sabe, puede ser mientras vas a la compra, mientras lees el periódico o en
sueños, pero cuando llegue lo sabrás, no tengas ninguna duda. Y en caso de que tú seas uno de esos desafortunados, a los que nunca les llega ese momento, te compadezco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario