domingo, 27 de enero de 2013

Oda a un instante


    Un instante es la nada y el todo, es ese momento que se encuentra encuadrado entre dos suspiros, que se enmarca en la rutina de la vida. Pero en un instante se puede pasar de la nada al todo, de la vida a la muerte, de la luz a la oscuridad, de la tristeza a la alegría y viceversa.  En definitiva es una minucia, una porción mínima de esto a lo que llamamos vida, algo que pasa delante de nuestros ojos sin pena ni gloria, como si no importara, pero cada instante importa, porque es a través de ellos como vivimos, son estos instantes nuestra demostración ante el mundo de que estamos vivos, de que pensamos, sentimos, amamos y lloramos, por ello cada instante importa y hay que vivirlo como si fuera único, porque así es.
    La única consigna que toda persona tendría que seguir, es que la vida son un recopilatorio de instantes, y como tal, cualquiera de nosotros querríamos que al final de nuestra vida este álbum de instantes estuviera lleno de historias, de risas, de llantos, de vidas cruzadas en definitiva.

Juego de idiotas


    Juego para algunos, muerte para muchos, metal asesino forjado por humanos, chispa de exterminio, resorte inalterable, sonido ensordecedor, golpe letal, último suspiro, muerte agónica.
    Se dice protección cuando se quiere hablar de muerte, se denomina objeto cuando es mortal, se dice que es útil cuando se tendría que decir para que.
    Esto es una arma, una pistola, una pipa, tantos nombres distintos tiene para un único fin común, la muerte, el exterminio del prójimo, la mutilación de una multitud, la cual siempre parece lejana, pero que pasaría si no fuera tan lejana, si entre esa multitud se encontraran tus amigos, tus padres, tus seres más queridos, aunque en un mundo tan egoísta como este, mejor decir, y si estuvieras tú mismo entre esa multitud. La lejanía se convertiría en terror, la inalterabilidad se transformaría en rabia, el mirar para otro lado se volvería imposible, porque estaría en juego tu vida, y en ese momento, espero que con tu último aliento, entones el mea culpa, porque no es culpa de uno ni de dos personas, es culpa de todos, unos por alabarlas y referirse a ellas como “protección necesaria”, y otros por permitir a estos energúmenos tener el suficiente poder para seguir alabando a estas armas mortales y difundiendo su uso por todo el mundo.

El abismo de la vida


    Me angustia el momento en que la vida te dirige, ese instante en que sin saberlo tus pasos se ven encaminados al abismo, a ese en el que, lo único que puedes hacer es tirarte, sin saber si al fondo habrá vida o muerte, o mucho más importante habrá luz u oscuridad, porque si te digo la verdad, preferiría morir que transitar por un abismo sin luz, en el que tanto da si tienes los ojos cerrados o abiertos, donde ya no eres dueño ni de tu propio cuerpo, en definitiva donde eres un muerto en vida.
     Pero la vida, a veces, te lleva por esos roteros, te encamina en esa dirección, y tú, crédulo como el que más, te dejas llevar, y hasta te dices a ti mismo, en un tono entre decidido y temeroso, que estás siguiendo tu destino. Qué bonita y recurrente palabra esta, destino, que muchas veces, como se dice vulgarmente, vale para un roto y un descosido, porque los hombres somos así, vivimos para elegir, pero cuando parece que no tenemos elección, que es la vida la que nos dirige, nosotros pensamos, o queremos hacerlo, que nosotros lo hemos decidido, que nosotros hemos escogido seguir nuestro “destino”. Pero en algún momento, nos daremos cuenta aterrados, de que nuestra vida no es nuestra, que todo lo que hemos “escogido” nos ha llevado sin saberlo hasta ese abismo del que no hay retorno y cuya única salida es la caída, pero es así como los humanos vivimos, y hasta ese momento en el que no hay vuelta atrás, nuestra vida será un sinsentido, solo, a partir de ese momento sabremos con certeza para que deambulamos por este camino llamado vida.
    ¿Cuando llega ese momento? Esta pregunta tienen miles de respuestas posibles, una por cada uno de nosotros, y algunas incluso negativas, y estas son las peores, porque estos individuos nunca sabrán cual es el motivo, el porqué de su existencia, y pasaran por esta vida buscando una respuesta a una pregunta que no se atreven a pronunciar, porque su interior ya ha comprendido que no tiene respuesta y que si la tiene no será de su agrado. Pero bueno, en el caso de que tú seas uno de los afortunados prisioneros de la vida, no sabrás, hasta el mismo instante antes de que ocurra, que la vida ya tiene una meta para ti.                                                        
    ¿Y cuando puede ocurrir esto? Pues no se sabe, puede ser mientras vas a la compra, mientras lees el periódico o en sueños, pero cuando llegue lo sabrás, no tengas ninguna duda. Y en caso de que tú seas uno de esos desafortunados, a los que nunca les llega ese momento, te compadezco.

domingo, 20 de enero de 2013

Galicia


    Sueño contigo cada vez que cierro los ojos, esperando que al abrirlos me sigas cobijando entre tus brazos protectoras, donde siempre me siento amparado. Sueño con tus cabellos de verdescencia infinita, de pulcra limpieza y de frondosa grandiosidad. Evoco todas tus irregularidades, que te confieren esa belleza, esa hermosura que solo esta presenta en esos rostros que muestran al mundo el carácter que fluye en su interior, en sus pueblos y en sus habitantes, esas muescas formados por el paso de los años, por el discurrir de las inclemencias, que tan hermosas se vuelven en el transcurso por tu rostro, de ese aire a veces brisa y a veces viento, de esa lluvia que muestra una belleza pura e innata que parecía escondida, agachada esperando la visita de unos ojos capaces de comprenderte, de amarte, de añorarte, de sentir esa “morriña”, que solo tú puedes hacer sentir. Rememoro esas caricias, que las ondas del Atlántico me conceden como dándome su particular bienvenida y mostrándome su cariño y tu gloria. Invoco tu lengua, que algunos han intentado tildar de mil y una formas despectivas, pero que ante todo es música, es arte en cada palabra, es cultura en cada una de sus frases y es historia en cada una de sus letras.
    Pero al abrir los ojos, la realidad como una ola chocando contra tus costas, me muestra sin reparo y sin miramientos la verdad. Esa realidad en la que tu rostro se ve afectado, porque nosotros habitantes de él, no tenemos reparos en intentar destruirlo, primero manchamos y ensombrecimos tus caricias, luego quemamos tus cabelleras, destruimos tus irregularidades buscando la monotonía de la línea recta y no nos ha bastado con todo ello, sino que perseveramos en nuestra inaptitud, abanderados por hombres y mujeres que se aferran al dinero como si este fuera su bandera y su única meta, lo peor es que esta gente podría haber pasado sin hacer ruido, pero otra vez ineptos nosotros, les hemos dado el poder necesario para destruirte, para intentar borrar de un plumazo miles y millones de años de vida.
    Y yo avergonzado, no soy ni capaz de dirigirme a ti, de mirarte a los ojos, que a millones tienes, en cada hoja, en cada grano de arena y en cada piedra, y de pedirte perdón, porque solo de pensarlo me sonrojo y me digo a mi mismo que esto no puede ser, que estos que quieren intentar destruirte no pueden llamarse a si mismos humanos, porque un humano tiene sentimientos, tiene sensibilidad, tiene un poco de cabeza, y cualquiera que tenga una poca de decencia, tiene que ver tu belleza, tiene que notar tu grandiosidad hasta el punto de alabarla, de arrodillarse ante ti y venerarte, porque eso es lo que mereces y no, tener que sufrir aterrada por lo que seremos capaces de hacerte
    Y lo noto, noto tu tristeza a cada paso que doy, noto tu llanto silencioso en cada gota que discurre por tu rostro, noto tu fuerza, porque es ella la que me anima a luchar, a levantarme cada día pensando que falta un día menos para que tú puedas sentirte segura, puedas creer en nosotros, creer que los humanos estamos aquí para vivir en harmonía contigo, y no para luchar contra ti cara a cara, y ese momento llegara, porque los humanos aunque muy tercos, tenemos algo de inteligencia y nos daremos cuente de que la naturaleza es más fuerte, y de que tú has sobrevivido a mil especies distintas y que nosotros no tenemos ni el poder, ni mucho menos el derecho, ni siquiera para intentarlo.
    Por eso te invito a ti lector a luchar, porque tú, sientes lo mismo, comprendes mi tristeza y compartes mi bochorno, y sino lo comprendes es porque no vives en este paraje de meigas y misterios, este paraíso entre lo terrenal y lo divino, si este es tu caso te pido que descubras Galicia, porque solo con que deas un paseo por ella, te explicaras porque escribo esto, porque venero esta tierra, mi tierra, si este no es el caso, y tu lector aun viviendo en este paraíso no comprendes este texto, es que  el dinero se ha convertido también en tu única bandera, y te pido muy amablemente que nunca más vuelvas a pisar estos lares, y que, por favor, no te atrevas a llamarte gallego, porque el gallego no nace, el gallego se hace, mirando, viviendo y mamando de esta tierra.
    Al resto de vosotros, os animo a que os levanteis y dirijais vuestra voz, la más fuerte y clara que tengais, contra estos inhumanos, hay mil y una formas de luchar, escoge la tuya y lucha porque esto no pase ni aquí ni en ningún otro lugar, porque lo peor es que esto no es patrimonio de Galicia, sino que en estos mismos momentos, miles de paraísos que tus ojos no han sido capaces de vislumbrar están siendo destruidos.
    Por eso os digo:
Levantaros y luchad porque vuestros hijos tengan el placer de vislumbras la belleza que ante vuestros ojos discurre.

Levántate y lucha por ti


Esto no es poesía, ya que yo no intento ser poeta, ni lo merezco, porque la poesía es la forma más clara de expresar los sentimientos, y hay pocos que estean a la altura de hacerlo. Esto solo es un pensamiento, un grito sordo de alguien que intenta luchar contra las injusticias que rodean este misero mundo.

Levántate y lucha por ti
Por cada vez que te levanta la mano,
por cada insulto proferido contra ti,
por cada lagrima derramada por ti.
Levántate y lucha.
Abre los ojos y mira la realidad,
la que has intentado olvidar y esconder,
porque recordándola te harás más fuerte.
Levántate y lucha.
Hazlo por todos esos momentos reales,
que en su momento te han dolido de más
y que ahora te van a ayudar a luchar.
Levántate y lucha.
Por un futuro en el que por fin  disfrutes
de la libertad que él te robó con su amor
y que tu olvidaste a cambio de sus besos.
Levántate y lucha.
Porque este es el momento de levantarte,
deshacerte de el miedo que te rodea
y luchar por el futuro que mereces.
Levántate y lucha.

domingo, 13 de enero de 2013

Una pesadilla llamada Prestige


    El mar es un observador, un asistente a una función llamada vida, puede ser impasible y hasta parecer cruel. Como observador ha visto pasar a través de sus ondas millones de historias, de anécdotas, de vidas con protagonistas cuyas vivencias, inquietudes y sentimientos, quedaran en el olvido, cuyo nombre muchas veces se borrará con el tiempo, dejando tras de si una estela invisible y perecedera, como  pisadas en la arena. Pero no se puede tildar al mar de cruel, él no es más que un mero espectador al que le ha tocado ver la crueldad y el amor, la tristeza y la alegría, por partes iguales, personificadas en hombres y mujeres, al que le ha tocado asistir a los más hermosos actos, el origen de muchos seres vivos en su interior y en esa costa que tanta veces le ha acogido, sin pedirle nada a cambio, más allá de su compañía silenciosa; ha observado los más diversos actos de amor y cariño, pero, a su vez, los más trágicos sucesos, las más horribles catástrofes, muchas veces provocadas por esos seres llamados humanos y a los que el mar no comprendía y peor aun, no entendía porque existían, a su parecer solo dañaban a los otros seres vivos y a los que para ellos, no lo eran, como el propio mar.
    Pero ese parecer se torno un día, cuando de pronto, uno de los muchos barcos que cabalgan sus olas buscando ese destino donde descansar hasta la próxima galopada, se paró y comenzó lenta pero sin pausa a hundirse, el mar como observador imparcial presenció como una vez más el “ingenio” humano era derrotado por esos seres inanimados cuya importancia, a los ojos de los seres humanos, es ínfima. Pero otra vez los humanos le mostraron que no estaba equivocado, y que el mal corría por sus venas, y aunque sin quererlos hacían daño a todo lo que les rodeaba. Porque el barco como queriendo ofrecer su último aliento de vida, derramo por el agua una substancia que pocas veces había visto antes y mucho menos en tal cantidad, al cual los humanos se referían como fuel, esa sustancia presagiaba de una forma muy metafórica y a través de su color el futuro al que se veía encaminado. En ese momento, y por primera vez, el mar no se sintió un observador impasible e imparcial, si no el protagonista de una de esas historias. Quiso llorar, gritar y enfurecerse, pero él no era el dueño de si mismo si no, como siempre, un simple observador, que asistía al que podía ser el final de su historia.
    Mientras observaba, no se dio cuenta de que el tiempo, al revés que él, no se parara, si no que seguía impasible su monótona travesía a través del espacio. Tampoco se dio cuenta que con el paso de las horas, en esa costa tantas veces querida y con la que tenía una relación de amistad muda, se había reunido una pequeña multitud de hombres y mujeres equipados con la única intención de limpiar y de borrar las marcas, que en ese poco tiempo había dejado ya esa horrenda marea negra a lo largo y ancho de la costa, como queriendo, a través de sus actos, pedir un perdón que tantas veces, había comprobado el mar, que les costaba a los humanos pronunciar. Pero no se dio cuenta de la labor que se estaba realizando hasta que un ruido lejano, le despertó de ese letargo en el que se había sumido, intentando aislarse de esa horrible pesadilla que parecía apropiarse de todo lo que él creía que le pertenecía. Ese fue el instante en que por primera vez comprendió y entendió porque los seres humanos tenían derecho a vivir, porque aunque, muchas veces, provocaran daño a todos los que les rodeaban, queriendo o sin querer, siempre, siempre, había infinidad de almas que arreglaban esos daños, siendo a veces los mismos que lo causaban y otras, gente que no buscaban nada a cambio, a veces bastaba con una sonrisa, un perdón o un abrazo para arreglarlo, y otras, en cambio, tenían que dejar lo que estaban haciendo, coger una pala y trasladarse hasta donde estuviera el problema, sin importar los inconvenientes y kilómetros que tuvieran que recorrer, este, era justo el caso que estaba ocurriendo en esos mismos instantes, y del que el mar era un orgulloso observador.
    Durante días, semanas y meses esa ola blanca de voluntarios se extendió por toda la costa donde hubiera llegado la marea negra. El mar por primera vez no era un observador impasible, si no que, alentado por esa multitud de hombres y mujeres, que seguramente, en ese momento tendrían que estar trabajando, ganando un sueldo, cuidando a sus niños, estaban allí, en la costa, trabajando día y noche, muchas veces podían haberse sentido angustiados, cansados y deprimidos, al ver que toda su labor se iba al traste, cada vez que una nueva ola chocaba contra la costa y traía con ella esa marea negra que a todo se pegaba y que tan difícil era de limpiar, pero, en ningún momento el mar vio a ninguno de ellos rendirse, porque como comprobó todos ellos habían formado una gran familia, que se ayudaba, se animaba y luchaba contra esa marea negra al grito de uno. Queriéndose sentir parte de esa gran familia, el mar intentaba luchar también, pero, como siempre, el solo era un observador, que ni siquiera era dueño de “su cuerpo”, pero por primera vez no era impasible, sino que sufría cada vez que algún voluntario languidecía, se emocionaba cada vez que se daba salvado un animal que la marea negra había intentado tomar en posesión y se deprimía cada vez que una de “sus” olas chocaba contra la costa llevando con ellas una parte de esa pesadilla.
    A veces creía que no se daría despertado de esa pesadilla, que esa marea negra era indestructible, pero solo con ver la energía que hombres y mujeres, niños y ancianos, gastaban en la labor de limpieza, sabía que eso no podía caer en saco roto, que un día por lejano que fuera todos ellos se despertarían de esa pesadilla, más fuertes, más unidos y más concienciados.
    Después de diez años, el mar ya hace tiempo que se despertó de esa pesadilla. Pero ningún día, piensa, ni un segundo, en que hubiera sido mejor que eso no hubiese pasado, que esa marea negra, esa terrible pesadilla no hubiera existido nunca. Porque aunque muchos seres vivos han muerto durante esa pesadilla, que el mar y la costa ya no serán nunca más como eran antes de ello. El mar también sabe que ahora los humanos y el mar se han hermanado, se han dado cuenta por primera vez, desde hace mucho tiempo, que se necesitan.
    Lo que no sabe el mar es que durante estos diez años, la marea blanca, esa gran familia, ha seguido luchando bajo un grito, un grito de fuerza, un grito de lucha contra esos que lo único que les importa son ellos mismos, un grito de valentía, un grito de rabia, un grito que intenta que esto, nunca, nunca vuelva a ocurrir, un grito del pueblo, de esos marineros que vieron como su futuro se ennegrecía a la misma marcha que avanzaba esa marea negra, de esos hombres y mujeres que lloraron al ver como esos paisajes de su infancia se veían ensombrecidos por la peor de las pesadillas, un grito de Galicia para el mundo, un grito formado únicamente por dos palabras:
NUNCA MÁIS


martes, 8 de enero de 2013

Querida extraña

Querida extraña:
     Te preguntarás que me motiva a escribirte, cual es mi intención con este escrito. Pues te diré que mi motivo no es otro que expresar lo que siento por ti, y que necesito exteriorizar de alguna forma y no he encontrado ninguna mejor que esta. Aunque sé, que nunca me atreveré a entregártela, ya que en el partido que  es el amor, yo siempre me he considerado un gran perdedor y no me veo con ganas de recibir otro gol en contra.
    Ahora te preguntarás quien soy yo, si me conoces o si has oído alguna vez mi nombre; y ha esto, muy a mi pesar, te respondo que no. Para ti, yo seré un desconocido, un habitante más de este mundo sin sentido, que pasa por tu vida sin pena ni gloria, dejando a su paso, lo que para mi es lo peor, vacío, ninguna palabra que recordar, ningún gesto que te haga reír, ni ninguna cara para rememorar. Y después de esto, pensarás, porque te escribo.
    Te escribo porque nunca he llegado a sentir una ínfima parte de lo que ahora siento por ti, porque cada día que te observo sin que tu lo sepas, cada instante que te veo pasar a mi lado sin que tu repares en mi existencia, cada momento que puedo verte esbozar una sonrisa, siento que mi mundo tiene sentido, que el destino me ha deparado una nueva alegría, pero al darme cuenta de que tu no sabes quien soy y que yo no se tu nombre, pienso, con resignación, que el mundo se está riendo de mi, que soy un juguete en sus manos y que nunca saboreare lo que es quererte de verdad. Porque si solo observándote me he llegado a enamorar tanto de ti, que llegaría a sentir si pudiera conocerte, si pudiera hablar contigo, si fuera capaz únicamente de dirigirme a ti, de decirte un simple te quiero o de explicarte que me encantaría vivir en una anarquía, cuya única ley fuera tu palabra y mi único deseo fuera hacerte feliz.
    Pero ni siquiera te pido tanto, me llegaría con que  supieras que existo, que en esta mar de personas que transitan delante de ti, hay alguien que desea conocerte, que se duerme pensando en ti y que se despierta con la ilusión de poder verte de nuevo, aunque solo sea desde la lejanía, que hay una persona que sería capaz de cualquier cosa por alegrarte un poco tu existencia, en definitiva, solo te ruego un instante, un momento para que me conozcas, porque si después de cinco minutos no deseas conocerme mejor, me iré, me despediré de ti deseándote lo mejor y me alejaré sin darme la vuelta, porque si me la doy, sé que no seré capaz de seguir adelante, que me derrumbare y que no volveré a amar de nuevo, y eso a mi parecer, es lo peor, porque si no hay amor, que puede hacerte seguir viviendo, que puede ayudarte en los momentos en que la vida te da la espalda, que te hará no rendirte y levantarte de nuevo después de uno y mil reveses.
    Ahora me despido, sabiendo que nunca seré capaz de darte esta carta, de decirte lo que siento, temeroso de que me rechaces y de no saber como reaccionar. Y diciéndote por última vez que te quiero y que seguiré durmiéndome cada día pensando en ti, y me despertaré al día siguiente deseando poder verte, aun sabiendo que tú no sabes quien soy, que no me conoces y que no puedes saber si te estas perdiendo, conocer a alguien digno de recordar, capaz de hacerte reír y con el cual no te importe perder el tiempo, porque cada segundo a su lado, es un instante inolvidable. Y esperando, y deseando que tú seas capaz de darte cuenta de mi existencia, y que veas en mí a alguien interesante para conocer, y que seas capaz de hacer, lo que yo no he sido capaz de hacer, acercarte a mí y presentarte, para que así pueda saber, por lo menos, tu nombre querida extraña.
    Se despide de ti un alma cobarde y enamorada.